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Emprendimiento femenino en España, datos clave y evolución hacia la meta de la igualdad 2030

Salida: datos clave del equipo

El emprendimiento femenino está calentando en la pista y las cifras recientes dan motivos para el optimismo (aceptando que aún nos falta). Analizamos tres informes clave —el Informe GEM “Mujeres y Emprendimiento en España 2023–2024”, el estudio de ONU Mujeres “La igualdad de género en 2025: logros, brechas y la decisión de los 342 billones de dólares”, y los “Principales Indicadores Estadísticos de Igualdad 2025” del Instituto de las Mujeres— los tres aportan los datos para esta carrera de relevos hacia la igualdad en 2030.


Dos mujeres en una pista de atletismo, una pasándole el testigo a la otra. Ambas sonríen mientras cruzan una cinta de meta donde se lee Mujer emprendedora 2030

Con el pistoletazo de salida dado, repasemos relevo por relevo cómo vamos en esta carrera colectiva. 


Primer Relevo, el emprendimiento femenino en España toma una carrera de relevos que tenemos que ganar.

El primer relevo de esta carrera la corren nuestras emprendedoras españolas, y vienen pisando fuerte. El informe especial “Mujeres y Emprendimiento en España 2023–2024” basado en datos GEM revela que ya no existe brecha de género en la intención de emprender: mujeres y hombres declaran por igual sus ganas de montar negocio[1]. ¡Nada mal para empezar! Además, la tasa de abandono emprendedor tampoco muestra diferencias de género[1] – las que lo intentan, persisten tanto como sus pares masculinos.


Donde sí vemos distancia es en quién logra efectivamente arrancar y consolidar empresas: la proporción de mujeres emprendedoras recientes o consolidadas sigue siendo algo inferior a la de los hombres[1]. Eso sí, la distancia se ha ido acortando con los años. Hace una década las mujeres eran cerca del 41% de la actividad emprendedora, y ahora rondan el 44–45%. En otras palabras, nos vamos acercando al 50/50 a paso constante. 


De hecho, informes GEM globales señalan que en los dos últimos años la actividad emprendedora femenina mundial subió un 10% y la brecha de género se estrechó un 5%; en España la brecha se redujo un 6,5% en ese periodo. Claramente, nuestras emprendedoras han apretado el ritmo.


Ahora, no todo es color de rosa en esta pista. El informe GEM destaca obstáculos persistentes. Por ejemplo, las mujeres emprendedoras suelen tener redes de contacto más limitadas al principio que sus colegas hombres, y dependen más de ahorros propios para financiarse, recurriendo mucho menos al capital privado. Además, la proporción que emprende por necesidad (62,0%) supera a la de los hombres (52,9%) en 9,1 puntos. Es decir, muchas comienzan a emprender porque no ven otra salida laboral – el famoso “ser tu propia jefa” porque no te dejan ser otra cosa. De hecho, en los tramos de renta más bajos, las mujeres emprenden más que los hombres, mientras que en niveles altos la disparidad desaparece. Esto sugiere que el emprendimiento femenino en España sigue siendo en parte una respuesta obligada a la falta de oportunidades en el empleo por cuenta ajena.


¿Y qué hay de las empresas que fundan ellas? Aquí vienen buenas noticias: estos proyectos muestran una mayor propensión a innovar (aunque usen menos tecnología punta) y casi la mitad de las empresas lideradas por mujeres priorizan el impacto social y medioambiental sobre el mero objetivo económico[10]. Es decir, nuestras emprendedoras corren con el corazón además de con la cabeza: buscan negocios que ganen dinero y cambien el mundo a mejor. También descubren que, una vez en faena, les sobra capacidad: al empezar muchas dudan de sus habilidades, pero luego se dan cuenta de que incluso están más preparadas que ellos en formación[11]. Eso sí, los miedos no desaparecen por arte de magia; la buena noticia es que el tan citado miedo al fracaso resulta prácticamente igual en mujeres y hombres emprendedores, según el GEM, desmontando estereotipos.

En resumen, la primera relevista –la emprendedora española 2024– nos entrega el testigo con sabor a progreso. Más mujeres se animan a emprender y perseveran, recortando distancia. Pero carga también con mochilas: menos acceso a contactos e inversión, y más obstáculos derivados de roles tradicionales (como la carga de cuidados). Todavía nos queda carrera por delante para nivelar completamente el terreno de juego empresarial.


Segunda parte de relevos: el panorama global y la “decisión” de los 342 billones (ONU Mujeres 2025)

Con el segundo relevo salimos del estadio local y damos una vuelta al mundo. El informe de ONU Mujeres “La igualdad de género en 2025: logros, brechas y la decisión de los 342 billones de dólares” nos pone en perspectiva global. 

Estamos en 2025 y quedan cinco años para la meta 2030. Este informe –también llamado Panorama de Género 2025– nos plantea un dilema en la pista mundial: seguir cojeando en desigualdad, con el riesgo de más pobreza y economías debilitadas, o acelerar hacia la igualdad, con sociedades más prósperas y justas[13]. En palabras llanas, nos advierten que o espabilamos ya o corremos el riesgo de perder lo avanzado.


Hay luces verdes en el tablero global: por ejemplo, las chicas hoy superan a los chicos en finalización de estudios escolares en muchas regiones, cada vez más mujeres ocupan escaños parlamentarios, y en solo cinco años cerca de 100 países han eliminado leyes discriminatorias (prohibiendo matrimonios infantiles, redefiniendo la violación como falta de consentimiento, etc.). ¡Ese es el tipo de sprint legal que aplaudimos! Sin embargo, también vemos banderas amarillas: la pobreza, los conflictos, las crisis climáticas e incluso cierta “reacción anti-feminista” están erosionando el progreso y amenazan con hacernos perder el terreno ganado. Un paso adelante, medio paso atrás – la carrera no está ganada aún.


Los datos globales confirman que la meta sigue al alcance, pero exige meter quinta marcha ya: según ONU Mujeres, todavía sería posible lograr la igualdad para las niñas que nacen hoy, pero solo si el mundo empieza a invertir en ello ahora mismo[14]. Y cuando dicen invertir, lo dicen literalmente. La “decisión de los 342 billones” alude a esto: si aceleramos la igualdad de género, podríamos añadir 4 billones de dólares al PIB mundial de aquí a 2030 y alcanzar un beneficio acumulado de 342 billones para 2050. ¿Cuánto es eso? Básicamente, un mundo mucho más rico. 


La igualdad no sería un coste a asumir, sino un beneficio colosal que nos estamos perdiendo por cada día de retraso[2]. Igualito que nos recordó María del Mar Fuentes (Autora en el informe "MUJERES Y EMPRENDIMIENTO EN ESPAÑA) : la desigualdad sale carísima, alrededor de 255.000 millones de euros del PIB español perdidos según cálculos citados en la presentación del informe GEM[5]. Vamos, que apoyar a las mujeres no es solo justicia social, es también inteligencia económica pura.


ONU Mujeres nos muestra también en qué puntos específicos necesitamos acelerar el paso en esta vuelta global. Por ejemplo, la brecha digital de género: mejorar el acceso de las mujeres a la tecnología podría beneficiar a 343 millones de mujeres y niñas, sacar de la pobreza extrema a 30 millones de personas, e impulsar significativamente las economías[16]. También señala que el 10% de las mujeres viven en pobreza extrema y esa proporción no ha mejorado desde 2020; de seguir así, 351 millones de mujeres y niñas seguirán en pobreza extrema en 2030[17]. En cambio, con acción decidida, la pobreza extrema femenina podría bajar del 9,2% en 2025 a solo 2,7% en 2050[17]. Asimismo, las mujeres siguen infrarrepresentadas en los sectores de poder económico del futuro: solo 29% de la fuerza laboral tecnológica global son mujeres, y apenas 14% de los puestos directivos tech están ocupados por ellas[18]. Incluso se alerta de un riesgo en la nueva carrera de la IA: 28% de empleos femeninos podrían peligrar por la automatización, frente al 21% de los masculinos[19]. Ojo, que si nos quedamos rezagadas en la revolución digital, nos pasan por encima.


Un detalle agrio que subraya el informe es la crisis de datos: muchos gobiernos están recortando presupuesto en recopilar datos de género, con lo que volamos medio ciegos[20]. Menos de 6 de cada 10 datos necesarios para monitorizar la igualdad están disponibles, y solo la mitad de las instituciones nacionales de la mujer tienen personal suficiente[21]. Sin datos no hay diagnóstico, y sin diagnóstico no hay meta que valga. Como bien dicen, proteger los datos es proteger el progreso[22].


La conclusión de esta segunda parte de la carrera de relevos global es clara y un poco dramática (como lo son las buenas finales de carrera): Nos lo jugamos todo en los próximos años. Mantener a las mujeres en la pobreza, fuera del liderazgo y expuestas a violencia es un sabotaje económico y social de primer orden[23]. Al contrario, tomar acción decidida puede convertir privaciones en crecimiento: invertir en las mujeres y en la igualdad es el acelerón más rápido hacia el desarrollo. El Panorama de Género 2025 identifica seis áreas clave donde meter turbo (digitalización, fin de la pobreza, fin de la violencia, igualdad en la toma de decisiones, etc.)[24]. La meta 2030 requiere que enfilemos esas rectas con todo nuestro esfuerzo colectivo.


Tercera parte de relevos: España en cifras – brechas, marcas personales y alguna valla (Indicadores 2025)

Toca el tercer relevo y el testigo vuelve a casa. Los “Principales Indicadores Estadísticos de Igualdad 2025” recopilados por el Instituto de las Mujeres nos dan la radiografía de España a mitad de la carrera. ¿Cómo vamos en nuestras marcas de igualdad? Pues como diría una buena entrenadora: mejorando, pero aprieta más que aún podemos dar más de sí.


Empecemos por el empleo, donde corremos pero a veces con viento en contra. La buena noticia: el desempleo femenino sigue bajando y la brecha de paro entre mujeres y hombres se redujo a 2,31 puntos (11,8% ellas vs 9,5% ellos) a finales de 2024, un gap más estrecho que el de un año atrás[25]. La mala noticia: en actividad laboral (gente trabajando o buscando empleo) la brecha se estancó o peor, se amplió ligeramente – los hombres tienen una tasa de actividad del 63,7% frente al 53,6% de las mujeres, más de 10 puntos de diferencia que incluso subió un poquito respecto al año anterior[4]. Es decir, muchas mujeres en edad de trabajar siguen fuera del mercado laboral, a menudo por razones vinculadas a los cuidados. De hecho, la encuesta de 2022 sobre usos del tiempo mostró que las mujeres dedican mucha más parte de su jornada a cuidados y tareas domésticas que los hombres (64% de ellas realizan estas tareas a diario vs 44% de ellos) y en actividades de ocio o deportivas están menos presentes (33% mujeres vs 39% hombres) – no porque les guste menos el zumba, sino porque el tiempo no les da para más. Las responsabilidades familiares siguen siendo esa valla en mitad de la pista que ralentiza al pelotón femenino.


En cuanto a calidad del empleo, también vemos brechas persistentes. La temporalidad y la parcialidad afectan más a las mujeres, lo que se traduce en salarios y cotizaciones más bajos. Ahora bien, aquí llega un logro a celebrar: la brecha salarial se ha venido reduciendo. Según la última encuesta salarial (2022), el salario medio anual femenino equivale al 82,9% del masculino – unos 24.360 euros ellas vs 29.382 euros ellos[27]. Aún nos falta para el 100%, pero ojo: hace diez años las mujeres ganaban apenas el 76% de lo que ganaban los hombres[28], así que hemos subido casi 7 puntos porcentuales en la última década. ¡Es como recortar 0,7 segundos en los 100 metros llanos de la igualdad salarial! Si mantenemos ese ritmo, la meta de salario igual por trabajo igual se va acercando. Eso sí, la medalla de oro aún no la tenemos: en euros son 5.000€ de diferencia anual, que duelen al bolsillo y reflejan más mujeres en puestos precarios o peor pagados. Además, al llegar la jubilación el desnivel se agranda: la pensión media de las mujeres es apenas el 68% de la de los hombres[29]. Aquí pesa toda una vida de brechas acumuladas (menos cotizaciones, carreras interrumpidas). Vamos, que el photo finish de las pensiones nos deja muy rezagadas, y habrá que meter políticas fuertes para remontar ese tramo final.


¿Y qué tal en los puestos de poder y decisión? Podemos decir que España lleva buen ritmo en esta de los relevos, aunque aún no rompe la cinta de llegada. En política, casi podemos hablar de empatados técnicos: tras las últimas elecciones, el Congreso de los Diputados tiene un 44,5% de mujeres (un pelín más que antes)[30], el Senado anda sobre el 42-43%, y en el Gobierno central las mujeres ocupan el 47,8% de los asientos del Consejo de Ministros[31].


Vamos rozando la paridad, algo impensable hace unas décadas. Incluso en la representación española del Parlamento Europeo hemos llegado al 50% justo de eurodiputadas – literalmente mitad y mitad[32]. No está nada mal: en la UE solo cuatro países (incluida España) han logrado esa paridad en sus eurodiputados[33]. También los partidos políticos han tenido que ponerse las pilas gracias a las listas cremallera y cuotas: en 2024, en conjunto, casi 49,5% de los cargos ejecutivos de partidos son femeninos, subiendo desde 45,7% el año anterior[34]. Es decir, salvo alguna excepción puntillosa, ya no se concibe una foto de dirección política sin mujeres en primer plano.


En la Justicia y la empresa la cosa es más mixta. Resulta que ya hay más juezas que jueces (57% de la judicatura son mujeres) gracias a años de promociones llenas de opositoras brillantes[31]. ¡La marea femenina llegó a los tribunales! Pero (siempre hay un pero) en las más altas instancias judiciales y órganos centrales solo un 31,9% de los puestos están ocupados por mujeres[34]. Es decir, muchas juezas de base pero pocos nombramientos femeninos en la cúpula: el famoso techo de cristal, versión toga.


En el mundo corporativo, la foto finish también mejora aunque con sombras. Gracias a recomendaciones y cuotas, los consejos de administración de las empresas del IBEX 35 ya tienen un 41,3% de consejeras[37] – un hito importante por encima del 40% mínimo que se promovía. Ahora bien, cuando vemos quién lleva el “bastón de mando” empresarial, apenas un 12% de las presidencias de esas compañías están en manos femeninas[37]. Dicho de otra manera, hay más mujeres en la pista pero pocas suben al podio de CEO o presidenta. En pequeñas empresas y ecosistema emprendedor, la situación es similar: cada vez más fundadoras, pero los proyectos liderados por mujeres tienden a ser de menor tamaño (solo un 2% de emprendedoras en un estudio de Womenalia tenían empresas de >50 empleados[38]). Toca seguir derribando prejuicios de inversores y apoyando que las pymes lideradas por mujeres crezcan tanto como quieran.


Recta final, el sprint hacia 2030 con el testigo en alto

Visualicemos la escena: entramos en la recta final hacia 2030 pasando el testigo de mano en mano – de la emprendedora individual a la comunidad global y de vuelta a las políticas nacionales – todas corriendo en la misma carrera. ¿El objetivo? Cruzar la meta de la igualdad real, especialmente en el ámbito económico y emprendedor, en la próxima década.


A estas alturas de la carrera, queda claro que no nos falta garra. Las mujeres emprendedoras españolas han demostrado resiliencia y crecimiento, recortando brechas históricas y aportando innovación y propósito al tejido empresarial[10]. Los datos globales nos dicen que, si todas aceleramos a la vez, el mundo puede obtener la medalla de oro en desarrollo – esa oportunidad de $342 billones es demasiado jugosa para dejarla escapar[2]. Y en España, aunque queden tramos duros (esa conciliación, esa participación laboral estancada, esas jefaturas que aún se resisten), también hemos visto mejoras que hace poco parecían imposibles: salarios más equitativos, parlamentos casi paritarios, más mujeres al mando aquí y allá[3]. Cada avance es el resultado del relevo anterior bien corrido.


¿Qué necesitamos para rematar la carrera? Primero, mantener el ritmo y no confiarnos. Quedan “vallas” por saltar: los estereotipos culturales, la sobrecarga de cuidados, las diferencias en financiación, etc., que no desaparecen solos. Segundo, reclamar (y aplaudir) las políticas y recursos que nos ayuden a esprintar: inversiones en digitalización inclusiva, en servicios de cuidados, en formación financiera para mujeres, en cupos cuando haga falta… todas esas palancas que literalmente nos den ventaja competitiva para alcanzar a los hombres donde haga falta. Y tercero, apoyarnos unas a otras en esta carrera de relevos. Porque si algo nos enseña la metáfora, es que esta carrera es colectiva: no corre una sola mujer, corremos todas, pasando el testigo de la experiencia, del mentorazgo, de la sororidad.


Al encarar la meta 2030, podemos permitirnos un tono optimista (¡y un poco gamberro, por qué no!). Miremos atrás un segundo: hace 20 o 30 años, muchas de las cifras que hoy celebramos hubieran parecido ciencia ficción. Hoy las vemos y decimos “vamos bien, pero acelera”. Sabemos que queda mucho por recorrer, pero también que nunca habíamos estado tan cerca de la línea de llegada. En el Día de la Mujer Emprendedora, brindemos por las victorias logradas – cada empresa fundada, cada brecha cerrada, cada nueva líder rompiendo techos – y renovemos fuerzas para el tramo final. Como dice el lema no escrito de esta carrera: la igualdad no llega sola, se conquista en equipo. Y nosotras, queridas lectoras, ¡ya estamos en la pista y no pensamos aflojar el paso ahora! Próxima parada: 2030, meta volante de la igualdad. 🏅



Fuentes: Basado en el Informe Mujeres y Emprendimiento en España 2023–2024 (Red GEM España)[40], el artículo explicativo de ONU Mujeres La igualdad de género en 2025: logros, brechas y la decisión de los 342 billones de dólares[23], y Principales Indicadores Estadísticos de Igualdad 2025 (Instituto de las Mujeres)[27], entre otros. Todas las estadísticas citadas corresponden a dichos informes.


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