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Mujeres contra la despoblación en España, emprendedoras revitalizando el medio rural

Foto del escritor: Fernando GuerreroFernando Guerrero

Actualizado: 9 mar

El éxodo rural y el envejecimiento han vaciado amplias zonas de España en las últimas décadas. Frente a este desafío demográfico, las mujeres del medio rural se están convirtiendo en agentes de cambio. Impulsar el emprendimiento femenino en las zonas rurales es clave para evitar la despoblación, ya que este tipo de iniciativas generan “un ciclo económico de generación de empleo y riqueza” que fija población y aumenta la natalidad en áreas despobladas . Estas emprendedoras no solo crean negocios, también sostienen la vida cotidiana de los pueblos, aseguran el abastecimiento de alimentos y cuidan del entorno natural, demostrando que “sin mujeres, no hay pueblo”. A continuación exploramos su papel a través de historias inspiradoras y datos que avalan su impacto.


Mujeres contra la despoblación en España, dinamización económica en los pueblos

Muchas mujeres rurales están levantando pequeños negocios que actúan como motor económico local. Un ejemplo es Maribel, quien vive en Mazarulleque (Cuenca), un pueblo de apenas 60 habitantes. Por amor a su tierra, convirtió la tradición familiar de elaborar vino en una empresa viable: una bodega ecológica llamada Vinos Artesanos Altomira. Tras 16 años haciendo vino para autoconsumo, en 2019 decidió comercializar sus caldos y hoy presume de verlos en los mejores restaurantes de Cuenca . A pesar de las dificultades de operar en un municipio aislado (carreteras deficientes, necesidad de desplazarse a la ciudad), Maribel ha aprovechado internet para dar a conocer su producto. Incluso la pandemia, que inicialmente fue un golpe, se transformó en oportunidad para mejorar su tienda en línea y llegar a más clientes .

La historia de Maribel se repite con matices en muchas emprendedoras rurales. Sus negocios —pequeñas bodegas, queserías, casas rurales, talleres artesanales, etc.— inyectan actividad económica en comarcas deprimidas, generan ingresos para sus familias y atraen movimiento a los pueblos. Aunque a menudo empiezan como autoempleo, con el tiempo pueden crecer y contratar personal. De hecho, cerca de una de cada cuatro empresarias rurales ha logrado generar empleo más allá de sí misma, incorporando trabajadores en su negocio . Además, casi un 10% de estas emprendedoras tiene previsto emplear a más de cinco personas en un plazo de cinco años , reflejo de su visión de futuro. Esta dinamización económica contribuye directamente a fijar habitantes: “Si las mujeres se quedan en los pueblos, hay escuelas, empleos, se genera movimiento. En definitiva, estamos evitando la despoblación”, afirma Maribel convencida . Su testimonio resume un fenómeno palpable: allí donde una mujer emprende y prospera, crece la posibilidad de que otras familias se queden o incluso regresen al pueblo en busca de esas nuevas oportunidades.


Sosteniendo la vida y los cuidados en la comunidad

El papel de la mujer rural trasciende lo económico; históricamente ha sido columna vertebral de la vida comunitaria. “La mujer es el sostén de todo, y en el pueblo más: lleva el timón de la casa, trabaja en el campo, cuida a los críos y a los mayores…”, dice Aurora, una vecina de Zuheros, Córdoba. Hoy en día, muchas emprendedoras están canalizando esa labor de cuidados hacia proyectos organizados que mejoran la calidad de vida local y generan empleo. Un ejemplo lo encontramos en iniciativas apoyadas por la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), como la cooperativa Lovepamur en Saldaña (Palencia). Esta cooperativa de mujeres ofrece comida a domicilio y asistencia a personas mayores en varios pueblos de la montaña palentina, permitiendo que los ancianos puedan seguir viviendo en sus hogares en vez de trasladarse a una residencia lejana . Al mismo tiempo, Lovepamur ha creado puestos de trabajo dignos para cuidadoras locales, en su mayoría mujeres, profesionalizando un servicio esencial. FADEMUR impulsa la formación y réplica de este modelo en distintos puntos de España, convencida de que atender la dependencia en el medio rural es una oportunidad para fijar población femenina joven y romper la precariedad tradicional en este sector .

Gracias a emprendimientos así, se mantienen abiertos servicios básicos en los pueblos: escuelas con niños, centros de salud con pacientes, comercios con clientes. Son proyectos que cuidan de la gente —ya sean niños, mayores o colectivos vulnerables— y, al hacerlo, cuidan también del pueblo mismo. No es casualidad que se las llame “fijadoras de población”. Como reflexiona otra emprendedora, Cristina: “Antes la mujer no era la cara visible, pero ahora […] se ve el trabajo que hacemos. Y somos peleonas y nos sobreponemos a las dificultades del camino” . Esa perseverancia está logrando que muchos pueblos conserven su pulso vital a pesar del envejecimiento demográfico.


Garantizando el abastecimiento alimentario local

En la España rural, asegurar alimentos para la población ha sido siempre crucial, y las mujeres juegan un rol fundamental en la producción y distribución alimentaria. De hecho, casi siete de cada diez empresarias rurales se concentran en actividades vinculadas al campo, la alimentación y los servicios esenciales . La agricultura, la ganadería, la transformación de alimentos y el comercio minorista son sectores donde abundan los proyectos liderados por ellas. Según datos oficiales, aproximadamente 22% de las empresarias rurales se dedica a la agricultura, ganadería, silvicultura o pesca, y otro 21% al comercio . Estas mujeres están manteniendo vivas explotaciones que de otro modo quedarían abandonadas, diversificando cultivos tradicionales y acercando productos locales al consumidor.


Un caso inspirador es el de Cristina, quien heredó de su bisabuela unas tierras en Los Bayos, una aldea asturiana de solo 8 habitantes. Decidida a “recuperar la tierra que había quedado abandonada” y producir alimentos saludables, inició en 2016 un huerto ecológico de “kiwines” (mini kiwis) . Nunca antes había trabajado en agricultura, pero su pasión por la naturaleza y por saber el origen de lo que comemos la empujó a emprender. Tras años de preparación y aprendizaje, logró plantar este fruto poco conocido y comenzó a comercializarlo en 2019 . Su marca, Kiwines con corazón, resume el propósito: cultivar con cariño y respeto al medio ambiente. “Son una joya. No me explico cómo es posible que apenas se conocieran”, cuenta sobre sus mini kiwis, orgullosa de haber introducido un nuevo producto local que antes ni siquiera se conseguía en el mercado español . Aunque trabaja prácticamente sola y ha enfrentado obstáculos burocráticos (por ejemplo, obtener agua potable para riego le tomó meses ), Cristina persevera. Su huerto no solo le ofrece un medio de vida a ella, sino que contribuye al autoabastecimiento alimentario de la zona con fruta ecológica y promueve una agricultura sostenible de proximidad.


Historias como la de Cristina se replican en huertos, granjas y talleres alimentarios regentados por mujeres a lo largo del país. Muchas participan en circuitos cortos de comercialización, vendiendo en mercadillos locales o vía internet, conectando directamente al productor con el consumidor. Otras han logrado dar el salto a mercados mayores: por ejemplo, gracias a programas de apoyo, emprendedoras rurales han comenzado a distribuir sus quesos, mieles o conservas en cadenas de supermercados nacionales . Cada uno de estos negocios garantiza que los pueblos sigan produciendo alimentos, aprovechando sus recursos endógenos. Además, revalorizan productos autóctonos (variedades locales de vid, frutas olvidadas, recetas tradicionales) evitando que se pierdan conocimientos gastronómicos y agrícolas transmitidos por generaciones.


Guardianas de la sostenibilidad medioambiental

El compromiso de las emprendedoras rurales con sus pueblos incluye también proteger el entorno natural. Sus proyectos suelen nacer de un profundo respeto por la tierra y buscan equilibrar la rentabilidad con la sostenibilidad. En muchos casos, consideran el impacto medioambiental desde la fase de planificación del negocio, apostando por prácticas ecológicas, energías renovables o la economía circular. Los ejemplos de Maribel y Cristina lo ilustran bien: la primera produce vino orgánico sin emplear químicos dañinos , y la segunda cultiva fruta ecológica en suelo recuperado, contribuyendo a regenerar el ecosistema local. De esta manera, minimizan la huella ambiental de sus actividades a la vez que añaden valor añadido a sus productos (cada vez más demandados por consumidores conscientes).


Más allá de la producción ecológica, las mujeres emprendedoras participan en iniciativas de conservación del patrimonio natural y cultural de sus comarcas. Algunas lideran proyectos de turismo rural sostenible, creando alojamientos y rutas que ponen en valor los paisajes sin degradarlos. Otras se han implicado en la rehabilitación de construcciones históricas, como es el caso de Pilar, quien trabaja desde 2016 en restaurar un antiguo convento en Paredes de Nava para darle un nuevo uso cultural . Estas acciones preservan la identidad rural y evitan la ruina del entorno construido, haciendo los pueblos más atractivos para vivir y visitar.

La sinergia entre emprendimiento femenino y sostenibilidad es reconocida por expertas en desarrollo rural. “El papel de la mujer emprendedora rural es clave para la revitalización de las zonas más despobladas. Su importancia radica en su capacidad para generar empleo y crear riqueza […] al tiempo que produce un impacto medioambiental y social destacado en el territorio local”, afirma María del Mar Fuentes, investigadora del Observatorio GEM en España . De hecho, muchas de estas emprendedoras impulsan proyectos de “triple impacto” —económico, social y ambiental— necesarios para el bienestar de sus pueblos . Con su visión integradora, están demostrando que desarrollo y conservación pueden ir de la mano: reactivan la economía sin hipotecar los recursos naturales para las futuras generaciones.


Mención especial:

Emprendedoras de nuestra comunidad que están transformando el medio rural.

En Como Una Cabra reunimos a mujeres emprendedoras de todo tipo, comprometidas con revitalizar sus pueblos. Son muchas, pero hoy y por tiempo (tu tiempo de lectura jeje) queremos mencionar a 5 que impulsan la economía local, aseguran un abastecimiento alimentario sostenible y promueven la conservación medioambiental en distintas regiones de España. Su trabajo colectivo es un ejemplo inspirador de cómo el emprendimiento femenino puede frenar la despoblación y transformar el medio rural.


Emprendedora rural con ganado, ejemplo de mujeres conEmprendedora rural con ganado, ejemplo de mujeres contra la despoblación en Españatra la despoblación en España.
Foto de: aninomerina.com

Itziar Martín Aresti – A través de Añino Merina, convierte la lana de oveja merina en tejidos y calzado sostenible de alta calidad. Su producción es artesanal y 100% biológica, sin derivados del petróleo, enfocada en generar un impacto positivo social y medioambiental . Al revalorizar este recurso tradicional, Itziar apoya la ganadería local y contribuye a fijar población rural con una iniciativa que combina innovación y tradición.



Yolanda Palomo Arrabal, emprendedora que potencia el turismo cultural, forma parte de las mujeres contra la despoblación en España.
Foto de: 120brujas.es

Yolanda Palomo Arrabal – Con Almas 120 Brujas, Yolanda rescata la tradición oral y las leyendas de las brujas de Aragón para convertirlas en experiencias culturales. Mediante rutas teatralizadas, talleres y eventos temáticos, su proyecto impulsa el turismo rural en el Pirineo aragonés y dinamiza la economía local, todo ello desde una perspectiva de economía social orientada a la transformación social de su comunidad . Esta iniciativa única preserva el patrimonio inmaterial a la vez que crea nuevas oportunidades en su pueblo.




Familia rural emprendedora, símbolo del impacto de mujeres contra la despoblación en España.
foto de ig @acougo_pitasana

Noelia Romero Fernández – Fundadora de Acougo de PitaSana, Noelia ha creado un espacio de coliving y coworking rural en Boal (Asturias). En este rincón mágico, profesionales y nómadas digitales conviven y trabajan rodeados de naturaleza, disfrutando de la comida del huerto y un ambiente hogareño . Su iniciativa acerca talento urbano al campo, fija nuevos habitantes, fomenta la agricultura ecológica y ofrece actividades culturales estacionales, demostrando los beneficios de reconectar con la naturaleza para revitalizar un pueblo de tan solo 480 habitantes.


Amaia Prieto, una de las mujeres contra la despoblación en España, impulsa la economía rural con diseño artesanal sostenible.
Foto de: selectedinspiration.com


Amaia Prieto – Lidera Baku Barrikupel, un taller artesanal en el valle navarro de Yerri que da una segunda vida a materiales vinícolas. Junto a su padre, Amaia diseña y fabrica lámparas de madera reutilizando barricas de vino ya descartadas, en un proceso de eco-diseño completamente artesanal . El resultado son piezas de iluminación únicas, originales y 100% respetuosas con el medio ambiente, ejemplo de economía circular que genera empleo local y valor añadido en plena zona rural vitivinícola.



Laura Martínez – Al frente de La Caperuza, Laura, veterinaria, ganadera y quesera, fusiona la ganadería de pastoreo regenerativa con la elaboración artesanal de quesos y yogures en Bustarviejo, Sierra Norte de Madrid. Junto a su equipo, cuida cabras malagueñas y vacas serranas en extensivo, promoviendo la sostenibilidad ecológica y contribuyendo a la prevención de incendios forestales mediante el manejo regenerativo de pastos. Además, integran prácticas de economía circular utilizando el estiércol para cultivar un huerto de verduras de temporada, ofreciendo productos locales de alta calidad y fortaleciendo la economía rural.


Juntas, Itziar, Yolanda, Noelia, Amaia y Laura demuestran el poder del emprendimiento femenino en la lucha contra la despoblación. Sus proyectos generan empleo y oportunidades en el medio rural, atraen población e inversiones a sus localidades, aseguran la producción local de bienes (desde alimentos hasta artesanías sostenibles) y cuidan del entorno natural. Su ejemplo inspirador está ayudando a transformar el medio rural español, sembrando esperanza y empoderamiento en cada rincón donde echan raíces.


Análisis: cifras y tendencias del emprendimiento rural femenino

Detrás de estas historias inspiradoras hay tendencias cuantitativas que confirman el protagonismo creciente de la mujer en la España despobalda. Diversos estudios recientes aportan datos reveladores:


• Auge de la iniciativa emprendedora:

El 20% de las mujeres de 18 a 64 años que viven en entornos rurales se encuentra actualmente inmerso en alguna fase del proceso emprendedor . En otras palabras, 1 de cada 5 mujeres rurales está lanzando o desarrollando un negocio propio, una proporción notablemente alta. Como resultado, el 8,1% de las mujeres rurales (aproximadamente 8 de cada 100) ya cuenta con un proyecto de emprendimiento consolidado o establecido en su territorio . Estas cifras provienen del informe Emprendedoras Rurales en España (datos GEM 2021-2022), basado en encuestas a más de 30.000 personas, y evidencian que la tasa de emprendimiento femenino es mayor en el campo que en la ciudad. De hecho, un 17,4% de las mujeres ocupadas en municipios rurales son empresarias, comparado con solo 10,1% en núcleos urbanos . Esto refleja que, ante la escasez de empleos asalariados en los pueblos, muchas optan por crear su propio empleo.


• Perfil de los negocios:

La mayoría de los emprendimientos femeninos rurales son microempresas de carácter familiar. Alrededor del 90-91% de estos negocios son iniciativas familiares , frecuentemente cofundadas con otras mujeres de la comunidad o de la familia. Comenzar no requiere grandes inversiones: el 69-70% de los proyectos necesitaron menos de 30.000 € de capital inicial, siendo 10.000 € la cantidad más frecuente invertida . Esto indica que con recursos modestos (ahorros propios, apoyos familiares o microcréditos) estas emprendedoras ponen en marcha sus ideas. Los sectores más comunes ya se han mencionado: consumo (comercio minorista, hostelería, turismo) abarca en torno al 53% de los negocios, seguido de industria (16%) y actividades extractivas o del medio natural (15%) . Asimismo, cabe resaltar la colaboración femenina en estos emprendimientos: un estudio halló que en el 63% de las empresas lideradas por mujeres rurales, entre el 76% y el 100% de las personas involucradas son también mujeres . Esto sugiere redes de apoyo y sororidad locales, donde emprenden juntas hermanas, amigas, vecinas.


• Impacto en el empleo local:

Aunque la mayoría de estos negocios son unipersonales o familiares, ya se observa cierta generación de empleo hacia terceros. El 24% de las emprendedoras rurales cuenta con al menos una persona empleada en su negocio , lo que implica que cerca de una de cada cuatro ha logrado expandir su plantilla más allá del núcleo fundador. Mirando al futuro, las perspectivas son optimistas: cerca del 10% de las emprendedoras encuestadas proyecta crear cinco o más puestos de trabajo en los próximos cinco años, consolidando así pequeñas pymes rurales . Este potencial de creación de empleo multiplicador es esencial para romper el círculo vicioso de despoblación, pues cada nuevo puesto en el pueblo puede significar una familia más asentada allí.


• Brechas y retos:

Pese al progreso, persisten desafíos. Las mujeres todavía representan solo un tercio del total de personas empresarias en el medio rural español , lo que evidencia una brecha de género en el emprendimiento rural (dos de cada tres emprendedores rurales son varones). Diversos obstáculos explican esta diferencia: dificultades adicionales para acceder a financiamiento, asumir roles tradicionalmente masculinizados o conciliar la empresa con las cargas familiares. No obstante, las nuevas generaciones vienen pisando fuerte: las mujeres rurales con intención de emprender tienden a ser más jóvenes y con mayor formación académica que las ya establecidas . Este relevo generacional, apoyado por programas de formación y mentorización (p. ej. GIRA Mujeres de Coca-Cola, escuelas de emprendimiento rural, etc.), puede cerrar la brecha en los próximos años.


En conjunto, estos datos y testimonios retratan un escenario esperanzador: las mujeres emprendedoras están revitalizando el medio rural español, combinando la tradición con la innovación. Son líderes comunitarias que dinamizan la economía local, atienden necesidades sociales, refuerzan la seguridad alimentaria y protegen el entorno natural. Su trabajo, a veces silencioso y plagado de obstáculos, ya se considera indispensable para revertir la despoblación. Como afirma una de estas pioneras, “somos una pieza clave” en el desarrollo rural . Con más apoyo institucional y visibilidad, el emprendimiento femenino rural seguirá creciendo como un pilar para mantener vivos nuestros pueblos. Las cifras lo avalan y las historias lo demuestran: invertir en las mujeres rurales es invertir en el futuro sostenible de la España despoblada.


 
 
 

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